viernes, noviembre 17, 2006

...sigo en pie

Vibraba el móvil en la mesa mientras el camarero centraba toda su energía en captar mi atención con una sonrisa de latin lover, la cual le debía haber dado muy buenos resultados hasta el momento, por la convicción que transmitía. No estaba de humor, ni me molesté en despegar más de dos segundos los ojos de mi libro, lo justo para no derramar el café, y con un ahogado "gracias" le invité a desaparecer. Tardó unos segundos, parecía que iba a decir algo, seguramente en un intento de ser gracioso buscando una sonrisa de complicidad, pero el móvil le impulsó a desistir. No necesito a un tío para que me haga reír, me sé reír sola y, en la mayoría de los casos, me hago mucha más gracia. Las bromitas previsibles me aburren. Los hormonados de playa también, ya hice el cupo en su momento.
El número no estaba en la agenda pero decidí descolgar.
-Hola. ¿No sabes quién soy, verdad? - Susurró una voz grave y masculina envuelta en una risita pícara. -
Sabía perfectamente quién era pero no pensaba satisfacer su inmenso ego afirmándolo. Borré el número el mismo día en que le dije que no se molestara en volverme a llamar hasta que supiera lo que quería.
-No. ¿Debería?
-Ohhh... eso dolió. ¿Ya me has olvidado o sigues enfadada?
-Yo no me enfado, pero tengo una memoria selectiva muy cultivada.
-No lo suficiente... borraste mi número pero sigues acordándote de mi voz. - Se rió. - ¿Escuchaste lo último?
-Cariño, creo que te confundiste de número al llamar, búscate a una niñata a quién impresionar, a mí el rollo no me va. ¿Qué quieres?
-Lo sabes perfectamente...
-Lo dicho, te confundes de número.
-Veo que no estás de humor. Ok. ¿Estás ennoviada?
-No.
-A las 20:30h te paso a buscar, no te molestes en pensar una excusa. Hasta luego.- Y colgó. -

Estuve demasiado lenta, esperé durante meses esa llamada. Cada vez que sonaba el teléfono un soplo de esperanza cruzaba mi cabeza, pero él no llamaba, supuse que era su modo de decir: "me la sudas". Yo llamé una vez, no lo cogió, no volví a llamar. Prefiero perder la esperanza a la dignidad. Y ahora... ¿porqué llamó? Eso sí era nuevo: había descubierto el móvil más allá de un simple sms con hora y lugar, ¡sorprendente! Casi tanto como el: "te paso a buscar". Primera noticia de que era capaz de molestarse en recogerme... demasiadas sorpresas para un sólo día.
Una se arregla a conciencia por dos motivos: primero, y básico, conquistar; segundo, y vital, poder transmitir sin uso de palabra alguna: "esto es lo que nunca vas a tener... ¡desquíciate!"... no funcionó. Tal cual crucé la puerta y antes de poder pronunciar palabra alguna, me abrazó en medio de la calle. Me abrazó con todas sus fuerzas durante ¡10 minutos de reloj! Yo entré en un profundo estado de shock. Sentía sus musculosos brazos rodearme, los mismos que en las noches había buscado con desesperación, sin resultado alguno, ahora estaban allí, y yo no sentía absolutamente nada. Incapaz tan siquiera de abrazarle, me limité a apoyar mis manos en su cintura. Se separó un poco y mirándome a los ojos pronunció:
-¿Como has podido hacerme esto?
Y así fue como en un segundo la tortilla dió la vuelta, mientras yo, perpleja, escuchaba el dolor que le había causado y los reproches de frases completamente descontextualizadas de meses atrás. Me acababa de convertir en "la mala" y, sin darme cuenta, solté un:
- No quiero hablar de esto.
Y firmé mi sentencia, aceptando mi nuevo rol, yo era el cabrón y él la desdichada. Me faltaba tiempo para asimilarlo, estaba completamente en blanco, nada que decir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!

Que sepas que por aquí también te leo ;)

besos!!!

Anónimo dijo...

!!

subhumano, si.

(: