Veo brotar tus lágrimas de lo más hondo de tu alma, te ahoga el aire que te envuelve, tu voz suena tan amarga mientras tu frágil cuerpo tiembla con el agujero negro que te traga.
Se me estremece el corazón de no ser capaz de tener las fuerzas necesarias par arrancar tu pena y lanzarla. ¡Llora de dolor mi niña! ¡Llora con rabia! Pero cuando el sol alumbre por la mañana abre tus ojos al mundo, de par en par tu mirada, no te aferres a los sueños rotos de una adolescente cegada, y barreremos los escombros, me los llevaré cuando me vaya.
Y volveré, cuantas veces haga falta, para arrancarte una sonrisa con mis tonterías diarias, para peinar tu fino pelo y que te sientas más guapa, para todo cuanto tu quieras, mientras no pierdas la esperanza. Porque yo no se hacerlo mejor ni decirte lo que hace falta, porque hoy no hay palabras en el mundo que puedan parar esta bala pero sácala cuando puedas, no dejes que te invada y curaremos la herida con todo lo que haga falta para que cuando llegue el momento, de nuevo arda tu llama.